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fundamentalmente lo espontaneo, sin cortapisa alguna , ni falsos formalismos, ni tapar, ni disfrazar la verdad

apartando la hipocresía, la simulación, los intereses creados. También lo que se venga en gana, con respeto
por supuesto, si cabe y es merecido....

domingo, 7 de diciembre de 2014

En Comodoro Py los están esperando

 Abrazo. Cristina saluda a su hijo Máximo en un reciente acto./AFP 
Las primeras pruebas del caso Hotesur complican a la Presidenta y a su hijo

Julio Blanck
Clarin.comEdición impresa07/12/14

                                     Era bien entrada la noche del jueves. Los seis integrantes de una mesa de jueces federales brindaron por la decisión de seguir trabajando más allá de las presiones crecientes que reciben desde el poder. A esa misma hora, a diez cuadras del discreto restorán en el que se habían citado, con número justo el kirchnerismo aprobaba en el Congreso la reforma del Código Procesal Penal, última versión de la avanzada sobre los tribunales. Esa ley es el nudo fuerte de la red de protección judicial que desde la Casa Rosada tejen para cubrirse la retirada, durante y más allá de 2015.

Las cenas de camaradería de los jueces federales se hicieron más frecuentes al compás del enfrentamiento entre el Gobierno y el Poder Judicial. ¿Qué se busca en esos encuentros? Intercambiar impresiones, divertirse con algunas anécdotas, sacarle el cuero a los que no están, semblantear a los demás para ver cuál es su estado de ánimo frente a la presión, intuir si hay vocación de respaldo mutuo o si suena la música del sálvese quien pueda. Nada del otro mundo. Salvo que los que se sientan a la mesa son señoras y señores que tienen en sus manos hasta la libertad ambulatoria de personajes destacados del poder.

Comentario ineludible de la noche fue la situación de Claudio Bonadio, el juez que investiga los negocios hoteleros de los Kirchner. Esta semana la mayoría oficialista en el Consejo de la Magistratura lo sancionó con la quita del 30% de su sueldo. Fue por una denuncia apurada del secretario de Justicia y dirigente de La Cámpora, Julián Alvarez. Es el primer paso para tratar de llevarlo a juicio político. Bonadio, dicen sus colegas, pareció no inmutarse.

Su foco está puesto en cómo seguir adelante con la causa de Hotesur, que empezó con una infracción contable denunciada por la diputada Margarita Stolbizer y que enseguida derivó a cuestiones bastante más gruesas.

La contratación y pago de habitaciones jamás ocupadas en hoteles de la cadena presidencial, por parte del empresario Lázaro Báez, podrían configurar una hipótesis de lavado de dinero. Pequeño problema: ya hay una causa sobre lavado que investiga al próspero Báez, gran contratista de obra pública desde que la chequera estatal la firmaba Néstor Kirchner.

Esa causa está en manos del juez Sebastián Casanello, que no pertenece a la cofradía tradicional de los federales y a quien se ha señalado, quizás desmedidamente, como afecto a congraciarse con el Gobierno. Los demás jueces federales, incluso, señalan la exageración de esa acusación. Casanello no es Norberto Oyarbide, explican. Al ostentoso juez del anillo de 250.000 dólares lo quieren muy poco sus colegas.

Lo cierto es que Casanello se ha movido con lentitud, mientras pudo, aparentando no querer incomodar a la inquilina de la Quinta de Olivos. Pero al fin reclamó información sobre Báez a la Justicia de Estados Unidos y a la de Suiza.

Bonadio, dicen sus amigos, no quisiera ver el día de mañana cómo su expediente termina pasando al control de Casanello. Ese cambio de juzgado ya fue reclamado por el siempre listo senador Aníbal Fernández. Bonadio sabe que si sigue por ese camino se lo pueden comer de un bocado. La mesa está servida.

El juez tiene bajo análisis las declaraciones patrimoniales de Cristina, Néstor y sus hijos Máximo y Florencia. También las de Báez y otros socios y personajes involucrados en esas contrataciones hoteleras. Del cruce de esos y otros datos, habría surgido el nombre de otro empresario con contrataciones fantasma en los hoteles de los Kirchner. Se trataría del titular de una firma poderosa que consiguió tiempo atrás destrabar proyectos de inversión y diversos negocios en el país. Allí habría una nueva punta investigativa.

Dato que no escapa al conocimiento de los jueces y que, se supone, tiene sobresaltado el ánimo de la Presidenta: la operatoria hotelera tiene la firma de Máximo Kirchner, en quien sus padres habían delegado buena parte de la administración de los negocios familiares. Por ese lado puede haber noticias en el mediano plazo.

Entre plato y plato, los jueces federales tuvieron tiempo el jueves de comentar la última novedad del fuero: la citación a declaración indagatoria que ese día su colega Marcelo Martínez de Giorgi le había descerrajado al ministro de Justicia, Julio Alak. Es por supuestas irregularidades en su gestión como director de Aerolíneas Argentinas en 2008. Se lo acusa de violación de los deberes de funcionario público porque no habría denunciado el mal estado de la empresa antes de su estatización.

Alak es el primer ministro en funciones en ser citado a indagatoria. Se anota en la lista que supo inaugurar Amado Boudou, primer vicepresidente en ser indagado, procesado en dos causas -por los jueces Ariel Lijo y Bonadio- y enviado a juicio oral.

El ministro de Justicia deberá concurrir a los tribunales de Comodoro Py el 17 de diciembre. A él, como a tantos otros funcionarios, los están esperando.

Véase el detalle: el Gobierno le tira el camión encima al Poder Judicial y de golpe se encuentra con el ministro de Justicia citado a indagatoria, paso previo a un probable procesamiento; y con la procuradora Alejandra Gils Carbó, jefa de los fiscales y comandante del operativo kirchnerista para ponerle la suela en la cabeza a la Justicia, enfrentando varias investigaciones judiciales. La más flamante está referida a supuestas irregularidades para beneficiar a postulantes a dos fiscalías federales. Como dice un empresario amigo de varios jueces: blanco y jarra, leche.

El juez Martínez de Giorgi, que citó a Alak a indagatoria, es de carrera judicial y llegó al cargo años atrás con ayuda de legisladores importantes del oficialismo. Tiene una relación cordial pero algo distante con la cofradía de Comodoro Py. Más distancia todavía con sus colegas tiene otro juez federal, Sergio Torres, quien está a cargo de otra causa que, según los que entienden, puede complicar aún más severamente al ministro de Justicia.

Se trata de los sobreprecios que habría pagado Aerolíneas Argentinas por la compra a Brasil de veinte aviones Embraer E-190. La operación se hizo en mayo de 2009, cuando Alak era director de Aerolíneas. La ampliación de la flota costó 698 millones de dólares, a razón de casi 35 millones de dólares cada aeronave. Un 80 por ciento de esa suma provino de un crédito del Banco Nacional de Desarrollo brasileño. La cifra se denunció como excesiva de acuerdo al valor de esos aviones en el mercado. La sospecha es que se habrían pagado entre 5 y 6 millones de dólares de más por cada avión. El sobreprecio total, así, habría superado los 100 millones de dólares. Es una moneda.

Por esa y otras ventas Embraer debió abrir una investigación interna. También ofreció información y colaboración a la SEC, el organismo que controla la Bolsa en Nueva York, y al Departamento de Justicia en los Estados Unidos.

El capítulo judicial argentino de este caso involucra, además de Alak, al ministro Julio De Vido y al ex secretario de Transporte, Ricardo Jaime.

Los amigos de Alak dicen que en su momento él advirtió sobre la exageración en la cifra a pagar. Pero que alguien le dijo que pusiera la firma porque la operación “había que hacerla”. Ese alguien, aseguran, fue Néstor Kirchner, quien lamentablemente no está hoy para poder hablar de este asunto. El hecho fue que el 8 de julio de 2009, cuarenta y ocho días después de firmado el contrato con Embraer, Alak fue ascendido y juró como ministro de Justicia.



El expediente está estancado hace un tiempo, pero quién sabe si podrá volver a ponerse en movimiento con estos vientos de fronda que atraviesan el campo que divide al Gobierno de la Justicia.