EL BLOG
OPINA
Grotesco
es, mil y una vez, un presidente de un estado que se entabla en un duelo sin
sentido por Internet. Flaco favor le hace a su nación, no ocuparse debidamente
de sus funciones para las que fuera elegido y hacer gratuitamente de tonto internacional.
Más todavía si su adversario es un
cómico de prestigio que vive decentemente de su trabajo, el cual es hacer reír
a sus seguidores tomándole el pelo al primer simplón famoso del que pueda sacar
partido.
Ser hábil en política no es cosa fácil cuando tienes la infeliz idea
de creerte el papá de dios y eso es lo que presume Correa. Este blog (de puro
entrometido) suele dar consejos hasta aquellos que no los piden. Aconsejamos a
Rafaelito guardar la debida compostura y dedicarse a gobernar, que para eso le pagan.
Meterse a payaso no es cosa mala pero inoportuna idea, (aunque el cargo le
quede grande) mientras ocupa la presidencia de una nación.
febrero
22, 2015 11:17 am
Publicado
en: Internacionales. ABC de España.
«Payaso», «grotesco», «chistoso», «antipático» o
«hipersensible» bien podrían ser los improperios de dos parroquianos, en
cualquier bar de España, discutiendo sobre política o fútbol. Sin embargo, se
los intercambiaron en Twitter nada menos que Rafael Correa y uno de los
humoristas más conocidos de la televisión de estadounidense, John Oliver, quien
llegó incluso a pedir a sus seguidores que le enviaran más insultos al
presidente de Ecuador.
La
«batalla» entre Oliver y Correa comenzó el 8 de febrero, cuando el comediante
inglés afincado en Nueva York le dedicó menos de cinco minutos al presidente
ecuatoriano en su programa semanal, «Last Week Tonight», que fueron suficientes
para que se liara parda en Twitter, esa red social convertida en la arena de un
circo romano en la que todos se encuentran, desde futbolistas con hinchas, a
estrellas del rock con fans, o comediantes con líderes políticos mundiales.
En su
espacio, que mezcla actualidad política y humor, abordando temas tan variados
como la FIFA ,
los concursos de belleza, el Vaticanolas grandes corporaciones, Obama o las
reformas políticas, nada queda a salvo de los sarcásticos comentarios de la
estrella televisiva. Y nunca había encontrado respuesta de sus protagonistas.
Nunca, hasta que se le ocurrió mentar al presidente de Ecuador. La batalla que
se inició entonces consiguió acaparar la atención de los medios de comunicación
de medio mundo y de millones de internautas que siguieron las descalificaciones
entre ambos como si de un «reality show» se tratara.
El
humorista–cuyos videos pueden llegar a alcanzar los ocho millones de
reproducciones en Youtube– criticó en su programa la persecución emprendida por
Correa contra quienes le critican en internet, además de calificarle de
«hipersensible» y aconsejarle que «incluyera un payaso» en cada uno de sus
discursos, tal y como había hecho en su programa de televisión semanal: «Enlace
ciudadano». Después, fustigó al presidente por dedicarle en ese mismo espacio
quince minutos a un joven que, en Twitter, le deseó la muerte. «Si usted es tan
sensible, puede que Twitter y Facebook no sean para usted. Y, para ser honesto,
ser un líder mundial tal vez tampoco sea para usted, a menos que mejore su
tolerancia a las ofensas personales», comentó Oliver, siempre en clave de
humor, antes de espetar: «Eso es Facebook, páginas llenas de basura. ¡Deja de
“googlearte”: eres el Presidente de Ecuador!».
«Comediante
inglés se burla de Correa»
La
respuesta de Rafael Correa en forma de tuit no se hizo esperar, continuando su
cruzada contra las críticas en la
Red. «Comediante inglés se burla del Presidente Correa. ¿Han
existido comediantes ingleses? ¿Seguro?», se preguntaba el mandatario, junto a
un enlace de la noticia en el diario «El Comercio».
Correa
seguramente desconocía el calibre de su contrincante, cuyo espacio se ha
convertido en un fenómeno de masas, cuyos efectos han ido más allá de las meras
risas frente a la pantalla. Consiguió, por ejemplo, que el Fiscal General de
Estados Unidos anunciara limitaciones en la ley que permitía a la Policía requisar dinero y
propiedades de personas que no cometieron crímenes, tras el escándalo generado
por uno de sus programas. O que un legislador de Washington presentara una ley
que permitiera a los ciudadanos manifestar sus opiniones sobre las leyes a
través de videos online, asegurando que su iniciativa se había inspirado en la
capacidad de Oliver para convertir temas aburridos en fenómenos virales.
Con esta
misma capacidad de aglutinamiento, el comediante logró que decenas de miles de
seguidores salieran en defensa de Oliver con duras críticas a Correa,
recordándole que Inglaterra cuenta con algunos de los humoristas más grandes y
reconocidos de la historia. Basta solo un ejemplo: Charles Chaplin.
«Asunto
John Oliver»
El
presidente ecuatoriano no es fácil de callar. Tardó solo unas horas en saltar
al «tatami» de Twitter con cuatro tuis seguidos sobre el presentador de
televisión, mientras esperaba a su helicóptero en el aeropuerto de Santa Rosa:
«Asunto John Oliver: demasiado ruido para tan pocas nueces. Esos “talk shows”
gringos son más antipáticos que un diurético, y el “comediante inglés” es poco
menos que un oxímoron. Los “wannabes” (frustrados) pletóricos de emoción por
sus “burlas” en inglés. Los latinoamericanos, orgullosos de tener ciudadanos y
no súbditos. Están haciendo “famoso” a quien probablemente cree que la capital
de Ecuador es Kuala Lumpur. No merece un segundo más de tiempo», escribió.
En aquel
momento, el hashtag#JohnYouAreInvited pasó a ocupar el primer lugar de los
«trending topic» mundiales, mientras que#EcuatorianoHastalaMedula se
posicionaba en el tercero. Parecía que la comunidad mundial de Twitter se había
dividido en dos: los que apoyaban al humorista y los que simpatizaban con el
mandatario.
En la
noche del domingo 15 de febrero, John Oliver aparecía de nuevo en la cadena HBO
con ganas de réplica, recordando a su audiencia las burlas que había hecho
sobre el presidente de Ecuador por atacar a usuarios de Twitter y generar una
movilización de seguidores por las redes para contrarrestarlos.
«Resulta que
nos vio y no estaba emocionado. La razón por la que lo sé es porque ha estado
hablando de mí», explicó. Y le dedicó perlas como que Correa «tenía razón, el
comediante inglés es un oxímoron, tanto como un presidente ecuatoriano
priorizando su tiempo sabiamente», en respuesta a las molestias por enfrentarse
con un simple humorista, o que su cabreo le había llevado a llamarle
«grotesco». «Y cuando un payaso te llama grotesco… eso duele», replicó el
comediante.