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fundamentalmente lo espontaneo, sin cortapisa alguna , ni falsos formalismos, ni tapar, ni disfrazar la verdad

apartando la hipocresía, la simulación, los intereses creados. También lo que se venga en gana, con respeto
por supuesto, si cabe y es merecido....

domingo, 15 de julio de 2012

Obrador es un lastre


Imagen: librodearena.com
El País de España. Editorial 15.07.2012

La izquierda mexicana debería replantearse el liderazgo de su candidato presidencial derrotado
Es muy improbable que prospere el recurso de la izquierda mexicana, aglutinada en torno al derrotado Andrés López Obrador, para invalidar las recientes elecciones presidenciales, argumentando la compra y manipulación de millones de votos por el Partido Revolucionario Institucional (PRI). Los siete puntos de ventaja (más de tres millones de sufragios) del presidente electo y candidato del resucitado PRI, Enrique Peña Nieto, representan presumiblemente para las autoridades electorales, que tienen hasta septiembre para pronunciarse, un argumento contundente sobre un proceso en el que no hay evidencia de irregularidades a gran escala.
Sin duda, las protestas callejeras expresan la insatisfacción de muchos mexicanos con el regreso al poder del PRI, que mantuvo durante siete décadas el control absoluto del país, hasta su defunción electoral en 2000. Pero ese inquietante retorno de un partido íntimamente asociado a la corrupción —aunque con una mayoría insuficiente que le obligará a pactar con otras formaciones para sacar adelante sus proyectos— no puede ocultar el hecho de que el populista Obrador ha sido siempre un mal perdedor.
Lo es ahora, aun cuando curiosamente no haya denunciado los resultados de las elecciones al Congreso —celebradas también el 1 de julio y en idénticas circunstancias que las presidenciales—, quizá porque su coalición izquierdista se ha convertido en la segunda fuerza del nuevo Parlamento. Y lo fue en 2006, de manera totalmente impresentable, cuando perdió por menos de un punto la jefatura del Estado ante Felipe Calderón; entonces se declaró presidente legítimo y encabezó durante meses una desestabilizadora protesta callejera en la capital del país.
La izquierda mexicana viene fracasando desde 1988 en su intento de alcanzar la presidencia. Para los correligionarios de López Obrador parece llegado el momento de preguntarse si les conviene como líder un hombre dos veces derrotado, con tendencia al victimismo conspiratorio y cuyo estilo abrasivo y anquilosado le ha enajenado una parte de su voto natural. Obrador es un lastre. En su propio partido, el PRD, hay dirigentes —Marcelo Ebrard, jefe del Gobierno del Distrito Federal, o su sucesor, Miguel Ángel Mancera, entre otros—, pragmáticos y dialogantes, que no suscitan el rechazo de los electores y están en mucha mayor sintonía con las realidades del México de hoy.

EL BLOG OPINA

                            Las derrotas sirven para mucho, muchas veces son más útiles que  su correspondiente antónimo, si éste  hubiera sido el resultado. Los votantes eligieron al candidato del PRI, olvidándose de su pasado; porque era más sabio optar por lo malo conocido, que por lo bueno por conocer.  Ganar es un compromiso demasiado complicado para un hombre como Obrador, ya derrotado por partida doble, sin otra opción, que dejarse de embromar y dedicarse a actividades más convenientes a sus delirios. Ya los mexicanos tienen suficientes problemas par que se les agregue otro que complicaría un panorama de difícil solución. El “populismo” no ha hecho otra cosa que enriquecer a sus poderhabientes y empobrecer al resto de la ciudadanía hasta límites escandalosos. Destemplanzas de esta naturaleza han medrado en la región.  Dejaron un tendal de miseria y aún gobiernan a su arbitrio y desconsideración.  Este veterano líder mexicano, no se ha dado cuenta que está desfasado, que ya no cuenta a la hora de contar votos, ni aún en su propia casa.  Sin duda, como reza acertadamente el título del artículo precedente: “Es un lastre”… Para su nación, sus ciudadanos, para su partido y para todo el mundo.

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